miércoles, 30 de abril de 2008

LAS ORGANIZACIONES NO GUBERNAMENTALES AL PODER

Desde hace más de cuarenta años las personas y las comunidades han ido encontrando distintos canales de participación para resolver los problemas por fuera de los ámbitos ya instituidos. Es hora de que esa participación sea reconocida formalmente para tomar decisiones que nos afectan a todos.

A compás del desgaste y crisis de representatividad que tienen actualmente antiguos ámbitos de participación ciudadana y social, como los partidos políticos o los sindicatos, entre otros, fueron creándose otros ámbitos donde volcar las energías para cambiar la realidad. Con el tiempo, a esos nuevos agrupamientos se les puso el nombre de Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Estas organizaciones, en general, asociaciones civiles sin fines de lucro, fundaciones, etc. se constituyeron a partir de la sensibilidad hacia una problemática común y con el objetivo de contribuir a resolverla. Existen de todos los tipos. Entre las más promocionadas están las ecologistas, pero como se puede apreciar tan solo en los medios de comunicación, abarcan casi la mayor parte de las problemáticas y preocupaciones de la vida cotidiana. G.A.I.A, forma parte de ese conjunto también, puntualmente en el problema de la Identidad Cultural.
Lo que podemos observar, es que, mientras las viejas estructuras ya no saben qué hacer para convocar gente, hay un conglomerado de agrupamientos sociales y comunitarios que suscitan la participación entusiasta y voluntaria de las personas. Que mientras, ni en el trabajo formal, ni en el voto, ni en el pequeño granito de arena de la conducta cotidiana, podemos realizar nuestras expectativas de “hacer algo” para que las cosas cambien, las buscamos en otros ámbitos donde la vida cobre algún sentido.
Lo que vivimos es que frente al cinismo o la incapacidad de quienes tienen la responsabilidad de dar respuestas concretas a los problemas, nosotros, la gente, tomamos el toro por las astas y buscamos respuestas. Junto con esto, cada vez, que alguien de esos cínicos o incapaces quiere prestigiar o dar una respuesta autorizada, cita a las ONG como fundamento de que hay gente participando en su proyecto. Pero ninguna de estas ONG participa en las decisiones que se toman.
En la historia de la representación popular, hoy en crisis, se ha pasado por distintas experiencias. Primero, la representación política con los partidos políticos. Luego la representación social, por algunos llamada “corporativa”, con los sindicatos y las asociaciones empresariales y profesionales. La legitimación de estos dos modos de representación fue fuente de disputas ideológicas, políticas y sociales durante todo el Siglo XX. Por un lado, la democracia basada en los partidos políticos, llamada democracia liberal y por otro la democracia basada en la representación social, llamada democracia popular o social. A nuestro entender, ambos modos han perdido su sustento porque han perdido la capacidad de respuesta, de resolver el presente y de crear futuro, y por eso la gente no participa. Conservan legalidad, pero han perdido la legitimidad que otorga la participación de personas. En otros términos, se han burocratizado.
Como se dijo antes, en la actualidad, son más y más las personas que han encontrado en las ONG ese espacio de realización que las organizaciones antiguas no dan. Si es a través de ellas donde la gente pone presente y futuro, está empezando a llegar la hora de que no sean más convidadas de piedra y participen en la mesa donde se “cocina el estofado”.
La división de poderes del Estado actual, hace tiempo que no responde a las circunstancias, ni siquiera ha dado lugar a la representación social, producto de la reacción neoliberal de los últimos treinta años.Pensamos que las ONG deben organizarse para luchar unidas por un espacio dentro del Estado, tal vez un cuarto poder, donde poder plasmar experiencias concretas e ideas, que configuren e impongan, de manera realmente participativa, un Proyecto de País, al que todos apelan, nadie define y ninguno realiza.