martes, 4 de septiembre de 2007

¿Se pueden hacer medios con la gente?

Cuando un estudiante de comunicación o de periodismo piensa en hacer medios, enseguida vienen formatos con los que uno creció y le resultan familiares. En revistas, suelen aparecer las dedicadas a la música o las famosas “contraculturales”, donde los adolescentes muchas veces ven la lucha contra el sistema y cree que por ellas pasa la revolución. Si de radio hablamos, los programas con conductores contestatarios e irónicos con la realidad, se transforman muchas veces en el modelo a imitar. O ciertos periodista, que aparecen como la oposición a “su Majestad”, se vuelven referentes y aparecen imitadores por doquier.

Pero, ¿pasa realmente por estos canales lo alternativo? ¿puede ser revolucionario un programa de TV o programa de radio que se emite en el prime time y que es parte de un multimedios, cuyos intereses traspasan las fronteras de la nación, por más “rebelde” que sean sus conductores? Francamente, creemos que no. Alguna vez supimos escribir que la gente ya no come vidrio. Y hoy lo afirmamos.

Cuando nació esta revista, o cuando quisimos hacer nuestros programa de radio, en seguida vinieron a nuestras cabezas el qué íbamos a hacer y cómo lo íbamos a hacer. Y la pregunta que siempre está, cómo lo podíamos sostener económicamente. Y la respuesta que encontramos, a nuestro modesto entender, nos parece la mejor.

Lejos de imitar “simulaciones”, intentamos encarar nuestro propio proyecto. Conciente sólo de una cosa, hagamos lo que hagamos, debíamos hacerlo con la participación de la gente. Y así empezamos.

Primero le preguntamos a nuestros amigos qué temas les interesaba para tocar en un medio donde cada uno pudiera participar. Y así le fuimos dando contenidos a nuestros videos, nuestra revista y nuestro programa de radio. Obviamente eso no quedó ahí. Dejamos de ser nosotros los “autores” de las notas, y las empezaron a escribir todos aquellos que tenían ganas de decir algo. Eso sí, siempre que hubiera alguien del otro lado para que lo pueda leer, como primera condición, y que apuntara a aunar voluntades, como segunda. Muchas personas fueron sumándose a este proyecto desde notas, comentarios, ecos y felicitaciones. Y los lectores se organizaban. Y pasaban a ser escritores. Y comprando la revista, ayudaban a sostenerla. Y así eran parte activa de lo que hacíamos. Y hacemos.

Cuando empezamos con la radio fue exactamente igual. Primero hicimos radio abierta para aprender a comunicar. Luego nos animamos a hacer radio en serio. Llegamos a ser treinta personas en un estudio. Y Luciano, dueño de FM Universo en aquellos días, y amigo y compañero nuestro hoy, no lo podía creer. Pero se entusiasmó al punto de ayudarnos con nuestro De boca en boca. En otra radio, en otros años, pero de nuevo con la gente. Con sobremesas que participan y sostienen el programa. Sobremesas que se van formando de boca en boca a lo largo y ancho del país. Personas que hacen radio desde sus casas. Esta es la forma que encontramos para no caer en la trampa de creer que estamos cambiando las cosas cuando en realidad somos parte de un sistema que alimentamos.

Si bien nadie puede estar afuera, nuestra propuesta sólo busca que la gente participe. Seguramente iremos a escalones de mayor participación. Porque solamente podremos revolucionar al mundo si nos ponemos de acuerdo para hacerlo. Solos, no podríamos. Con la ayuda de los demás, tal vez sí. Lo importante es mantenernos en la lucha. Y en tiempos donde se propaga la no participación, intentamos hacer lo contrario. Autogestionados por los que confían en nosotros, seguiremos hacia delante. Con la participación de todos los que quieran ser parte, podremos hacer algo distinto. En eso estamos. Esperando que de boca en boca, cada vez seamos más. No todos, sino los necesarios para hacer de nuestra nación aquello que alguna vez nuestra generación de abuelos soñó.

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